“La curiosidad mató al gato”, dicen. También son ganas de
aguar la fiesta. Por el contrario, yo siempre he asociado la curiosidad a la
vida. Aporto a favor de mi tesis la no despreciable opinión del gran José Saramago, el cual aseguraba que “la vejez empieza cuando se pierde la curiosidad”.
Así que, con toda seguridad, ni ustedes ni yo somos todavía viejos. Si bien conviene
distinguir entre la curiosidad, propiamente dicha, y el fisgoneo. El fisgoneo es
otra cosa, el fisgoneo es a la curiosidad como el vino Don Simón a un buen
Rioja. Sería el fisgoneo o la indiscreción lo que mató al gato, digo.
Pues de hecho, después de
las ganas de saciar el hambre (eso es lo primerísimo), el deseo o el impulso
más originario del ser humano probablemente sea, incluso algo antes que el
sexo, la curiosidad. Es precisamente por eso que en la Biblia se dice:
"De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia
del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin
remedio" (Gn 2, 16-17).
En fin, ganas de aguar la fiesta, ya les digo...
Flor-abeja, o abeja-flor (Apis mellifera, macro clásico) |
Y en todo caso, “sarna con gusto, no pica”. De tal modo
que, ya digan lo que digan, ya nos metan el miedo que quieran meternos, yo
seguiré siendo curioso (seguiré mirando y fotografiando las cosas de demasiado cerca, por ejemplo), hasta que los ojos me den para ello. Ya después, veremos
lo que hacemos. No es mi culpa, la culpa es de la curiosidad. Así que dejémonos
de admoniciones y de severas moralinas, y hagamos caso al mucho más llano y campechano
consejo, a saber: vive, y deja vivir... Esa es la única ley que, a mi
juicio, debería constar obligatoriamente en el preámbulo de la constitución de
cualquier país o estado, ahí les dejo la sugerencia. Y en fin, que decididamente,
la curiosidad, la más gratuita y desinteresada curiosidad es el más claro
síntoma de que uno sigue estando, a pesar de todo, vivo.
Posdata: ¿han visto lo curiosa que resulta una abeja vista
de cerca? Las abejas son animales magníficos, majestuosos. Aparte de
imprescindibles, por cierto. Por si quieren firmar a favor de ellas, aquí tienen una página de toda confianza para hacerlo. Un saludo, y hasta pronto.
Ramón García Durán
Canción del día: Glenn Gould, en su casa, interpretando a Bach
Hay quien dice que el pianista Glenn Gould "no era normal", que estaba loco, majareta, vamos. Es lo que tiene la gente en extremo vulgar, se mueren de envidia del brillo propio de los que no se someten a la mortífera "normalidad" que ellos exigen. Qué triste debe ser "ser normal" del todo. Que ustedes lo disfruten.