Ya por estas fechas, las copas de los árboles comienzan a mostrar su incipiente barba primaveral, y en
la marisma, los patos recién exhiben esos comportamientos tan graciosamente
compulsivos, tan sexuales, tan amorosos, también podríamos decir. Yo les recomiendo vivamente que salgan a pasear por el campo en estos días, no lo dejen para más adelante, después no van
a ir… y si van ahora, les aseguro que tendrán una buena ocasión para dar
gracias a Dios. O para dar gracias a la vida, en caso de que sean tan descreídos como este humilde servidor de ustedes.
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Ánsares levantando el vuelo (recorte) (véanla con un encuadre más generoso pulsando sobre la imagen) |
Y lo que pasó fue lo
siguiente: uno de los dos espléndidos ánsares o gansos salvajes que ven aquí empezó
a graznar desesperadamente, tendrían que haberlo oído. Se ve que aquel magnífico
animal percibió, muy claramente, un peligro. Yo no sé lo que “le dijo” la una a la otra ave, pero fue cuestión de segundos: la bien avenida pareja salió corriendo por las someras aguas de la marisma, precipitadamente, hasta
alcanzar la justa velocidad que les permitió alzar su majestuoso vuelo. Lo cierto es que, en gran medida, las aves me caen simpáticas por su total
ausencia de hipocresía. Quiero decir que, cuando tienen que huir, huyen sin pensárselo dos veces, no se hacen
las elegantes, no les preocupa en lo más mínimo pasar por cobardes ante los demás... Y en fin, jóvenes del mundo entero, ya viváis donde viváis: haced
como las aves, si acá o allá os oprimen, si sentís claramente el desamor por parte de los que deberían representaros y cuidaros, si desde lo más profundo de vuestro instinto-inteligencia percibís el peligro, ¡alzad el vuelo, huid! Pues nada ni nadie os obliga
a tener que aguantar, absurdamente, el tipo. Dejad esas bélicas hazañas para los héroes, o bien para los conversos.
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Ánsares levantando el vuelo (original) (Pulsar sobre la imagen para verla a mayor resolución) |
Ramón García Durán
Canción del día: Preludio de la Partita nº 3 para violín de J.S. Bach (BWV 1006), por Itzhak Perlman
Yo doy gracias a Dios, o gracias a la vida, entre otras cosas, por haber conocido la música de Bach. Fenómeno hasta tal punto conectado con las leyes más íntimas del universo, que no hay palabras para decirlo. Aquí tienen, para mi gusto, uno de los mayores cantos a la vida, a la alegría de vivir, o dígase a la libertad: el preludio de la Partita nº 3 para violín, de Bach. Interpretado por el mejor violinista que yo haya escuchado nunca, Itzhak Perlman. Ya saben, ese hombre físicamente impedido que, sin embargo, tiene el poder de hacer volar su alma hasta lo más alto, hasta los cielos, quizás desde la primera vez que en sus manos cayera un violín. Yo, al principio, le recriminaba a Dios que repartiera las cosas tan injustamente; pero el caso de Perlman me hizo reconsiderar mi antigua posición. Saludos.
Nota: Este genial instrumentista de origen judio, Itzhak Perlman, fue, cómo no, el intérprete del tema de la película La lista de Schindler, escrito por el famoso compositor Jhon Williams. Ese entrañable tema musical es, sin duda, uno de los mejores homenajes a todos aquéllos que no pudieron levantar el vuelo a tiempo, para su desgracia.
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